Hay eras de suicidio
colectivo.
A veces no distingo claramente
lo lleno o lo vacío,
lo simple o lo
complejo,
variables distanciadas
de lo que concebimos
como bien o como mal...
Distan redenciones,
cobijos y caricias,
y se sostienen en lo próximo
dimensiones saturadas
y los vicios...
Indiscreciones y desnudos
rabiosamente incluyendo
todas las conclusiones
y martirios....
Hay hechizos que maldicen
y otros que bendicen.
Hay hechizos que al parecer
me tienen condenado
a esta ácida,
casi inquebrantable soledad,
y hay aquellos que
inspiran,
pa' continuar con el andar.
Hay eras de suicidio
colectivo
como la que nos está tocando
compartir.
Hay disputas
y hay encuentros
que parecieran postergados
un poco en demasía...
¿Cómo en la sutileza distinguir
con
claridad
a los enemigos implacables
con quienes no puede uno
pretender
reconciliar,
de los adversarios
que al debate
nos ayudan a deconstruir
los paradigmas y
cadenas,
pa' permitirnos aprender?
Hay hechizos y hay oscuros
pragmatismos.
Hay mendigos con pudencia
y simuladores de
riqueza.
Hay dolientes
y están aquellos que acumulan
con la sangre y el llanto
de todo el que se deje...
Hay eras radicales
de masacres colectivas,
e indiferencias simultáneas,
macabras casi todas,
que acechan y embisten
sin
misericordia...
No distingo claramente
el fin de mar
en el
horizonte,
ni a la intuición
de las
preconcepciones
y
deseos.
¿Cómo vislumbrar la diferencia
entre la medicina
y el
veneno?
¿Entre la ambigüedad
y la conciencia crítica?
¿Cómo concretar
una palabra oportuna,
cuando lo más
prudente es el
silencio?
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